Un día en el bosque
Cuenta una vieja leyenda que un niño y su perro se perdieron en el bosque.
Juan era un niño de pelo castaño, mejillas color carmín, ojos marrones como su pelo, boca pequeña y unos dientes relucientes y grandes; era de hombros anchos, manos pequeñas, alto, grandes piernas y fuerte. Él siempre iba acompañado de su perro Miki, un pastor alemán de dos colores, negro y marrón, patas negras y hocico rosa que tenía un aspecto atlético e iba siempre por detrás de su dueño protegiéndole la espalda; era cariñoso menos con los que querían hacerle daño a su dueño y muy juguetón.
Vivían en un bosque oscuro y tenebroso donde siempre había una espesa niebla y una vegetación abundante, árboles enormes y siempre algún que otro ruido extraño.
Un día se levantó junto a su perro y salieron a buscar leña. De repente miraron a la derecha y vieron dos pueblos: Villaduende y Felizhada, dos pueblos enfrentados entre sí.
Juan, que era muy cotilla, se quería enterar del porqué de la disputa y se enteró gracias a un pergamino que encontró Miki en el suelo que decía:” Aquel que ose dejar a mi hija no será bienvenido en Felizhada”.
El porqué era que un duende salió con la princesa hada y a los días la dejó tirada. El chico lo quería arreglar y engañó a la princesa hada para que fuera a una cena con el duende que la dejó.
Los dos se volvieron a enamorar y los dos pueblos se reconciliaron, el pergamino fue destruido por Miki y Juan se sintió muy feliz de ayudarlos.
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